LA MOTIVACIÓN AL ESTUDIO #2
Acabábamos nuestro anterior espacio de reflexión planteando una serie de preguntas: ¿Por qué estudiar? ¿Cómo estudiar? ¿Para qué estudiar? ¿Cuándo estudiar? ¿Dónde estudiar? …
Estas y otras preguntas por el estilo debemos hacerles a nuestros hijos e hijas. La reflexión es el autoaprendizaje para la metacognición.
Recuperemos para ello la tabla de nuestra anterior reflexión:
Potencialidad | Capacidad | Posibilidad |
---|---|---|
Aptitud | Actitud | Entorno |
Fin del plan | Final del proyecto | Objetivo del programa |
Eficacia | Efectividad | Eficiencia |
Éxito | Éxito seguro | Éxito seguro, rápido y barato |
Hay múltiples respuestas a esta pregunta: porque es mi obligación, podrían decir algunos; porque lo exige la ley, podrían decir otros; porque me lo imponen mis padres, podría decir la mayoría de nuestros hijos e hijas; porque me gusta, podría decir una selecta minoría; … Una razón más subliminal que podría estar en la raíz del proceso podría ser: por esa tendencia al éxito que todo ser vivo lleva en su interior, la motivación intrínseca al logro. ¿Para qué estudiar?
En el fondo de la cuestión, la respuesta a esta pregunta se relaciona con la potencialidad, con el fin de la acción del estudio para que esa acción sea eficaz y nos lleve al éxito.
En la primera columna de la tabla que ilustraba nuestro anterior espacio de reflexión, y que recordamos al margen, veíamos el diagrama de flujo que ilustraba nuestra explicación teórica sobre la motivación, vemos como esa potencialidad sostiene la aptitud para la consecución del fin que motiva nuestra vida hacia la eficacia.
Pero el estudio es cuestión de AMOR. Amor entendido como: EL INTERCAMBIO DE RESPUESTAS GRATIFICANTES. Y, si en un primer momento, el estudiante le da al estudio un trabajo, un esfuerzo, espera que el estudio le sonría, le responda de manera gratificante.
¿Quién es el ESTUDIO para el incipiente ESTUDIANTE Infantil? Es el profesor, el aprender, la aprobación de sus padres, el sentirse bien, sentirse libre, poder aplicar lo que aprende, … Pero si le AMENAZAMOS con el colegio, con el profesor, si no le escuchamos cuando nos habla de sus progresos académicos y de aprendizaje, si no valoramos ni le permitimos aplicar sus aprendizajes, … el incipiente estudiante se desenamora, y ese desamor le bloquea la motivación al éxito; le conducimos al fracaso.
¿Para qué estudiar?
Otras tantas respuestas se pueden dar a esta pregunta. Alguien contestará que “para ser alguien en la vida”, otros contestarán: “para tener un buen trabajo”, para tener una buena calida de vida, para tener un buen sueldo, para ser médico, ingeniera o cualquiera otra profesión. Para ser, no solo para tener.
Maslow planteó su pirámide que organiza las necesidades en
TENER: fisiológicas, sociológicas y psicológicas y las necesidades de
SER: la autorrealización, la consecución del ser. La respuesta a esta pregunta se relaciona con la capacidad, con la finalidad que se persigue con la acción del estudio.
En el fondo de la cuestión, la respuesta a esta pregunta se relaciona con la capacidad, con la finalidad de la acción del estudio para que esa acción sea efectiva y nos lleve al éxito seguro.
En la segunda columna de la tabla que mostraba nuestro anterior espacio de reflexión, y que recordamos aquí debajo, veíamos el diagrama de flujo que ilustraba nuestra explicación teórica sobre la motivación en la que nuestras capacidades implementadas por una actitud positiva para la consecución de la finalidad que orienta nuestra vida hacia una efectividad en el logro de un éxito seguro.
Capacidad ⇒ Actitud ⇒ Finalidad del proyecto ⇒ Efectividad ⇒ Éxito seguro
Y aquí podemos hablar del autoconcepto, de nuestra autoconfianza, de la seguridad en nosotros mismos.
Nuestro autoconcepto es fruto de:
-Nuestras autoevaluaciones
-Las consecuencias de nuestros propios actos y de las evaluaciones que los demás hacen de nosotros.
Nuestra reflexión al respecto constata que los estudiantes tienen peor autoconcepto cuantos más años dediquen al estudio. ¿Cómo hemos llegado a esta conclusión?. Pues bien. Observemos que el estudiante siempre está en contacto con el profesor que sabe mucho sobre esa asignatura, domina muy bien sus contenidos, los explica muy seguro de sí mismo. Ese contacto, repetido año tras año generan en el estudiante el convencimiento de que todos saben más que él.
Debiéramos reflexionar con nuestras hijas e hijos que el profesor sabe mucho de su materia porque le gusta, porque lleva muchos años impartiéndola, y nuestros hijos solo la cursan un año; porque imparte sólo esa materia, y nuestros hijos tienen muchas más asignaturas; porque el profesor es mucho más mayor y prepara la clase antes de explicárnosla a nosotros, … y muchas otras razones que podemos encontrar en el discurrir de nuestras conversaciones con nuestros hijos sobre su trabajo: el estudio.
Dada la extensión de nuestras reflexiones por la importancia que tienen para que nuestros hijos e hijas le encuentren sentido al estudio continuaremos en próximos espacios de reflexión compartiendo con ustedes nuestra respuesta a preguntas como:
- ¿Cómo te sientes cuando estudias?, ¿Cuándo estudiar?
- Sobre la planificación del tiempo, ¿Dónde estudiar?
- Sobre el lugar de estudio, ¿Cómo estudiar?
- Sobre las técnicas de estudio y estrategias de aprendizaje en donde tomaremos prestadas las técnicas de estudio tal y como las organiza el instituto PASCAL.
Susana López Faria – Psicóloga
María del Carmen Mora Domínguez – Estudiante de 4º de Magisterio
Xiana Domínguez Estévez – Estudiante de Magisterio